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¿Alguna vez has sentido una puntada en el estómago al ver la cantidad de pelo que dejas en el peine? O tal vez te hayas sorprendido al ver la cantidad de pelo que se acumula en el desagüe de la ducha. A veces es inevitable asustarse. La mayoría de las personas conoce esa angustiante sensación. Sabemos que es normal perder un poco de cabello cada día, pero, ¿qué cantidad es aceptable? ¿Cuándo deberíamos empezar a preocuparnos por la caída del cabello?

En este artículo analizaremos la diferencia entre la caída y la muda del cabello. Sigue leyendo para que descubras más.

La muda del cabello

Bien, empecemos por precisar en qué consiste exactamente la muda normal del cabello. La Academia Estadounidense de Dermatólogos afirma que perdemos entre 50 y 100 cabellos diariamente, como parte del ciclo natural de crecimiento del cabello. Esta cifra varía de acuerdo con la edad y el sexo del individuo. Las mujeres tienden a perder hasta un 40% más de cabello cada día, debido a la tensión que los peinados y los tintes ejercen sobre sus hebras. Las damas también son más propensas a perder pelo debido a los diversos cambios hormonales que sufren. El embarazo y la menopausia, por ejemplo, son procesos vitales que desencadenan desequilibrios hormonales en el cuerpo femenino.

Si la caída del cabello está dentro de los rangos normales, no hay razones para preocuparse. La persona promedio tiene entre 80.000 y 150.000 cabellos, cada uno de los cuales se encuentra en una fase diferente de su ciclo de crecimiento.

El ciclo de crecimiento

El ciclo de crecimiento del pelo se divide en tres etapas. La fase anágena es cuando el pelo crece a un ritmo de aproximadamente 1 cm por mes. En condiciones normales, alrededor del 90% del cabello se encuentra en esta fase. La siguiente etapa es la fase catágena, que dura de dos a tres semanas, y que representa aproximadamente el 1 o 2% del cabello. Esta es la etapa en la que el pelo deja de crecer. La tercera y última fase se denomina telógena. Esta es la fase de reposo, que aparece antes de que el cabello se desprenda del cuero cabelludo. Algo menos del 10% de los cabellos se encuentran en esta fase en un momento dado.

El pelo que se cae debido dentro de este ciclo natural forma parte de lo que conocemos como muda, y la cantidad que se desprende puede fluctuar. Ya hemos mencionado que algunas rutinas de cuidado capilar pueden provocar una caída mayor, y lo mismo sucede con los desequilibrios hormonales. La edad y el estrés son otros factores que pueden hacer que se nos caigan más hebras de lo normal. Si la caída supera esos niveles y se traduce en un adelgazamiento notable del cabello, o en la formación de calvas, es posible que estemos ante un caso de pérdida capilar como tal.

La caída del cabello

La caída del cabello no forma parte del ciclo natural. Mas bien es el resultado de alguna interrupción en dicho ciclo. Si esto ocurre durante la fase de crecimiento, la caída del cabello que se produce se conoce como efluvio anágeno. Las principales causas de este tipo de caída son las infecciones, los medicamentos o tratamientos farmacológicos (la quimioterapia es un buen ejemplo), las toxinas y ciertas enfermedades autoinmunes, como la alopecia areata.

El efluvio telógeno se produce en el otro extremo del ciclo natural. Ocurre cuando más del 10% del cabello está en la fase telógena, lo que significa que en las próximas semanas y meses se caerá una proporción de cabello mucho mayor de lo habitual. Esta afección suele aparecer como consecuencia de algún evento traumático, un nivel de estrés importante o una enfermedad. Por ejemplo, se cree que la caída del cabello que se produce por el Covid-19 y después del parto son formas de efluvio telógeno.

¿Permanente o temporal?

Quienes sufren pérdida de cabello siempre desean saber si esa caída será permanente o temporal. La respuesta es que todo depende. El efluvio telógeno suele ser temporal. Es una afección que puede generar mucha angustia, pero lo más probable es que el pelo vuelva a crecer al cabo de unos meses, una vez que haya desaparecido la fuente de estrés o la enfermedad que lo produjo.

Las cosas no son tan sencillas en el caso del efluvio anágeno. Algunas formas son temporales. Por ejemplo, una vez terminada la quimioterapia, el pelo debería volver a crecer. Sin embargo, si padeces alopecia areata, puede que no tengas tanta suerte. Es posible que debas tratar de frenar o controlar la caída del cabello, en vez de solo esperar a que el pelo te vuelva a crecer.

Conclusión

Preocuparse por la caída del cabello es un derroche de energía sin sentido, sobre todo ahora que existen buenas alternativas al alcance de la mano. Para tu tranquilidad, lo mejor es que acudas a un buen especialista en restauración capilar que pueda revisarte el cuero cabelludo. Es posible que te hayas preocupado innecesariamente. Pero si realmente sufres una pérdida capilar importante, recibir un diagnóstico profesional será de gran ayuda, porque podrás tener los conocimientos necesarios para afrontar el problema correctamente.

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